martes, 16 de septiembre de 2008

Retretes de Perros

Bogotá, con sus chambas tradicionales producto de constantes cuchilladas y puñaladas infringidas por la mano impía de la chambonada, goza, o gozaba, de un deleite y un solaz que no me hacían odiarla tanto. Hablo de los hermosos parques, jardines, alamedas y demás que son ornato y alivio para esta mazamorra de ciudad. Estos son los pulmones de esta masa de contaminación, el espacio para relajarse sobre aquel pasto que invita a la echada y el paraíso donde se aflojan las corbatas de los ejecutivos emergentes; sobre todo en sectores como la 72, 93, 82.

Son agradables, no se puede negar, además, parafraseando al saber popular: “Yo sí he sabido de flores que crecen entre la mierda”. Mucho tiempo estaba convencido de que estos parques eran aquellas flores, pero ahora me duele aceptar la realidad: Ya no son parques, son retretes de perros.

Los perros son unos animales muy lindos, pero es deprimente ver cómo han sido objeto de la decadencia de la oligarquía. Estoy aburrido de ver a tanta señora decorando criminalmente a un french poodle insípido; uñas fucsia, saco de lana navideño, moños por doquier, entre otros. Gomeloides recién casados que sacan a su golden retriever que si no se llama Simón, tiene un nombre de niño de película gringa de domingo. Este es el perro que vive en un loft y está acostumbrado a comer sushi. En fin, el tema no son los perros si no los retretes de perros.

Esta cultura del perro ha desembocado en ridiculeces como los colegios para perros, gimnasios, eps, psicólogos, spa´s, buses para perros, guarderías, salones de belleza, sastrerías perrunas y restaurantes. (¡Y tanta gente con tant´hambre!). Al perro lo tiene sin cuidado vivir en un taller de carros en vez de un loft, no le molesta comer cuero de gallina amarilla en una calle llena de polvo y le da lo mismo comer en un restaurante donde el alienado dueño paga una fortuna a comer en una suculenta caneca en la calle más sucia de Bogotá.

Estos inocentes mamíferos, que deberían gozar de su estado natural en sus tradicionales manadas o jaurías, no tienen la culpa en haber convertido nuestros parques en un campo minado; donde uno no puede caminar tranquilo por el “prado” sin llenar su suela de excremento, y a la hora de participar del ritual de pastear, tener miedo de que posemos nuestras posaderas sobre restos urinarios caninos. (No todos se someten a la humillante acción de ceñirse una bolsa plástica en la mano, y con una naturalidad enfermiza, recoger del pasto la mierda caliente de su perro).

Adicionalmente, este fenómeno ha creado una buena cantidad y variedad de avisos confeccionados por administraciones de conjuntos residenciales y juntas de acción comunal, que advierten al dueño de recoger “lo que su perro hace”: “Recoge mi popo”, “Si me quieres, no me hagas avergonzar” (mas el perro no tiene el sentido de vergüenza, el que queda como un imbécil es el dueño detrás del perro recogiendo sus “productos”) “Su perro es muy lindo pero nuestros jardines también. Por favor limpiar lo que su perro ensucia”. Todo lo anterior es una muestra digna de pertenecer a una antología interesante sobre gráfica popular.

Los que otrora disfrutábamos de los parques, ahora somos víctimas de los caprichos del egoísmo de la alta alcurnia; el perro es inocente y noble y también es victima de una cultura postiza producto de la soledad de la postmodernidad, del miedo, de la fobia social, del consumismo. Pobres perros que ensucian los pobres parques de los pobres usuarios del pasto y de la sombra de los eucaliptos; extraño las sesiones de limpieza de acné sobre la hierba, la charla digestiva acompañada de un palillo, los chismes de parque, los amigos de parque que ahora no son del parque si no del Messenger o del facebook. Tiempos que no volverán. Yo ya me resigné a decir que vivo frente al baño de perros de multicentro a decir que frente al parque de multicentro.


JOSÉ LUIS LINERO CORREA
BOGOTÁ 2008

miércoles, 19 de septiembre de 2007

BOGOTÁ/ CURIOSIDADES EN SAN VICTORINO
El Paraíso del Supersticioso





Cerca a San Victorino, entre tanta ropa y zapatos, existe un mercado muy peculiar que podría llamarsele como el Paraíso del Supersticioso.
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José Luis Linero Correa

Por los lares de San Victorino, no de la décima hacia abajo sino hacía arriba, encuéntrase un particular mercado de los pocos que se ven en estos días. Sólo al entrar, la nariz sucumbe a los olores seminauseabundos de azufre, inciensos y jabones, y, para aquellos que son sensibles, las miradas de unas cabezas reducidas y secas hechas por hábiles hechiceros, harán que el pelambre corporal se ponga alerta y posiblemente le darán ganas de regresar por donde vino.

En esta nuestra patria supersticiosa y agüerera, ya se llega hasta el ridículo en materia de artículos para la suerte, regreso del ser amado, querémes y amarres. En ese sitio pululan los budas gordos y de oro, sabiendo que el buda original era tan delgado que como cuenta Herman Hesse en su obra Siddhartha, llegó a ser tan flaco por ayunar, que podía tocarse las vertebras de la espalda desde su ombligo.

En este sitio se topan, en su mayoría, ilustres señoras de sacos de lana, "bregando" a ver que consiguen para acabar con la "mala racha", "pa´ganarse el chance", "pa´que no falte la papa" y "pa´protegerse de los enemigos o de la otra gente que le tenga envidia a uno". El público masculino es de menor número, y la mayoría buscan soluciones para la salud; he aquí la pomada de guayaba, el ungüento del chamán Alex, entre otras.

El que escribe, ignora aquellas creencias y costumbres curiosas, y al estar en aquél rincón de San Victorino, donde no se venden jeans con adornos de mal gusto, se siente uno como en otro mundo; como un antropólogo dentro de una aldea indígena o como en una novela fantástica.

Después de penetrar en ese mercado cada vez se va haciendo más oscuro y la nube de incienso captura al cuerpo enfrentándolo al dilema de aceptar la invitación del olor que es la de salir del lugar, o aceptar la invitación de la oscuridad y los rostros misteriosos de los vendedores que es la de seguir adentrándose por los laberintos de aquel paraíso del supersticioso.

Aquí me detengo ya que no tiene sentido privar al lector de esa experiencia, por lo que le dejo dos opciones; o se recurre a la imaginación o la de pararse del asiento y viajar al mercado y conocerlo por sí mismo.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Las agüitas de Tinjacá en Bogotá

VARIEDAD DE FRUTAS Y HIERBAS AROMÁTICAS
Las agüitas de Tinjacá en Bogotá

En el centro de Bogotá puede uno toparse con Don José, un campesino de Tinjacá Boyacá que ofrece una variedad de infusiones que según él cura gran cantidad de males y padecimientos.

JOSÉ LUIS LINERO
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En el centro de Bogotá frente a la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia) se encuentra Don José vestido con su ruana llena de botones que recuerdan diferentes “conmemoraciones y estudios que he realizado en cada pueblo que ha ido”. Él tiene un carro lleno de inscripciones, de hierbas, frutas y una gran olla donde hierve todo tipo de “remedios de la naturaleza” y que se venden a setecientos pesos para “curar todas las enfermedades de los estudiantes y trabajadores de Bogotá”.

Por ejemplo, la más popular es la que tiene yerbabuena, miel y limón que sirve para curar todos los males digestivos y el dolor de cabeza. También vende tinto, agua de papayuela, de toronjil, entre otras. A pesar de su buena personalidad, vestuario y de que la mayoría de personas que pasan lo conocen y lo saludan, Don José afirma que la Policía muchas veces le ha impedido hacer su trabajo.

lunes, 13 de agosto de 2007

QUÉ SIMBOLIZAMOS PARA EL PERIODISMO EN ESTE MOMENTO
Más allá del arroz blanco.


JOSÉ LUÍS LINERO


En estas épocas, las noticias parecen arroz blanco de almuerzo ejecutivo; abundan, pero pasan derecho sin dejar marca. Que tristeza, !Oh futuros colegas periodistas! Tener que hinchar nuestros dedos escribiendo palabras que son como el arroz insípido, yo lo que quiero es aprender y lograr escribir un sancocho memorable del que se siga hablando por mucho tiempo, y que cuando alguien se disponga a engullir un arroz insulso, añore con cariño aquella sopa indeleble y exija a los cocineros (léase periodistas) que se vuelvan a preparar tales manjares.


Se nos ha puesto ha reflexionar a nosotros, larvas en crecimiento, acerca de qué simbolizamos como periodistas en este momento. Me gustaría, sin estar seguro de lograrlo, simbolizar aquel cocinero de sancochos y platos ilustres y evitar, lo más que se pueda, el odiado arroz. Es menester del periodista escribir para producir reflexión y ojalá acción.


No más contar por contar, es preciso ser un fósforo; hay que prender la candela que hierva la olla, el mal del mundo contemporáneo y de nuestra sociedad es la impasividad, lo frio. Los periodistas parecen no ayudar mucho; es necesario que nosotros salgamos de esta universidad a prender leña, hacer que los espectadores dejen sólo de “tragar” y que más bien se pongan a actuar.


Simbolizo para el periodismo una búsqueda de nuevos ingredientes; en la tierra no sólo hay papa, arroz y plátano. Espero recorrer muchos rincones y huertos para enriquecer el sancocho, buscar nuevas formas que reemplacen a las recetas tradicionales que parecen no tener efecto alguno sobre los comensales de la información.


De una vez, invito a mis larvas colegas que despierten al mundo y vean más allá de lo establecido. ¡Estamos en la inopia! Osea, no estamos enterados de nada. ¿Qué hay más allá de la papa? ¿Qué hay más allá del arroz blanco?.

martes, 24 de julio de 2007




EN LA PÁGINA OFICIAL DE INTERNET DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA SE OFRECE LA TRANSCRIPCIÓN “LITERAL” DEL DEBATE.
“Pequeños” cambios en la transcripción del debate público de Uribe en la Plaza de Bolívar


El inusual debate del Presidente Uribe en la plaza pública, a propósito de la llegada del profesor Gustavo Moncayo, fue transcrito y publicado en la página oficial de la Presidencia de la República en internet. Pequeños cambios y omisiones, revelan arreglo del mensaje original.

En internet circulan dos versiones del debate público efectuado por el Presidente Álvaro Uribe Velez deespués del diálogo de más de tres horas con el profesor Moncayo. Una es la versión original (audio) disponible en la página de internet de Caracol Radio y la otra, es la transcripción del debate disponible en la página oficial de la Presidencia de la República.


En la versión audible, se escuchan las protestas de los presentes contra Uribe, en la transcripción no hay ninguna observación al respecto. Muchas veces el Presidente respondió a los manifestantes; pero no todas las respuestas, aunque cortas, fueron incluídas en la transcripción.


Una estudiante de ciencias políticas, fue invitada por Álvaro Uribe a confrontarlo. Tras haber expuesto su inconformidad contra el gobierno de Uribe, el Presidente le respondió defendiendo su posición y enumerando obras y medidas que ha tomado su administración.


En la respuesta a la estudiante, en la versión audible Uribe Velez dice: “Sobre todo cuando se es estudiante universitario hay que profundizar MENOS y manejar las cosas con menos consigna.” Mientras que en la transcripción se “arregla” la imprecisión del Mandatario: “Sobre todo cuando se es estudiante universitario hay que profundizar MÄS y manejar las cosas con menos consigna”.


En tiempos anteriores, el Presidente Uribe, ha tenido algunos roces con la comunidad estudiantil, no hay que olvidar el suceso en que él acusó a los estudiantes de “comunistas disfrazados”, y algunas otras frases cargadas de ironía que han suscitado inconformidad en algunos círculos universitarios.


Aunque las omisiones o correcciones son casi imperceptibles, generan cierta duda respecto a la transparencia del manejo de los mensajes emitidos por la SNE, la sala de prensa de la Presidencia de la República.

¿Qué es estar en la inopia?




estar en la inopia coloquial Estar distraído, o no estar enterado de lo que pasa:

no se enteró de nada porque estaba en la inopia.

(Gran diccionario de la lengua española, Larousse)

estar en la inopia Estar distraído o no enterarse de lo que sucede alrededor:

no te molestes en preguntarle su parecer, porque desde que se enamoró está en la inopia.

(Diccionario del uso del español de América y España, VOX)